La Teoría de los Septenios es una teoría que afirma que cada 7 años la vida nos conduce a un cambio y te ayuda a comprender esas transformaciones que acontecen en tu vida. Todas las personas atraviesan ciclos en su desarrollo vital. Se trata de una idea formulada por la Antroposofía, una filosofía difundida por Rudolf Steiner a principios del siglo XX, que afirma que el ser humano pertenece a tres mundos: cuerpo, alma y espíritu.
¿Qué son los septenios?
Los septenios son ciclos de siete años que explican los cambios que ocurren en el desarrollo de una persona. Es una visión filosófica basada en el pensamiento de Rudolf Steiner, un filósofo austriaco que fundó la pedagogía Waldorf y la antroposofía. En cada septenio nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra espiritualidad evolucionan. Las experiencias vitales y el propio crecimiento personal van cincelando nuestro carácter y nuestra personalidad.
La Teoría de los Septenios
Al dividir el desarrollo en periodos de siete años, es posible entender con mayor facilidad cómo encaja el ser humano el paso del tiempo. Los tres primeros septenios son los más importantes. Van del nacimiento a los 7 años, de ahí a los 14 y de la adolescencia a los 21. Se trata del tiempo que transcurre desde que una persona nace hasta que alcanza la edad adulta. Durante esta fase, el ser humano se centra en el desarrollo corporal. En una segunda fase, que abarca desde los 21 hasta los 35, nos concertamos en el desarrollo anímico. Y en una tercera fase, desde los 42 en adelante, lo más importante es el desarrollo espiritual. Un proverbio chino dice que la vida se desarrolla en tres fases: veinte años para aprender, veinte para luchar y veinte para alcanzar la sabiduría. Curiosamente la Teoría de los Septenios viene a decir algo similar.
Primera fase:
Del nacimiento a los 7 años
En este periodo, el cuerpo comienza su desarrollo, especialmente en el apartado psicomotriz. El niño interactúa con su entorno y va conociendo el mundo de la mano de sus padres. Aprende a hablar, a caminar y vive sus primeros años de escuela. Las bases de su personalidad se van asentando, se superan las primeras enfermedades y se producen muchos cambios físicos reseñables. La pérdida de los dientes de leche es un signo visible de esta transformación.
De los 7 a los 14 años
El niño avanza poco a poco desde la pubertad hacia la adolescencia. Se avecinan grandes cambios. El temperamento comienza a forjarse. El contacto con el mundo aumenta y también la vida social. La actividad cultural entra en escena. A la influencia que ejercen los padres, se une ahora la de los profesores y los amigos cobran un gran protagonismo. Mientras la personalidad se va afianzando, el cuerpo se prepara para la llegada de la adolescencia.
La adolescencia: de los 14 a los 21
Esta es una de las etapas de más cambios, tanto físico como mental. El desarrollo sexual de la persona se completa. Los contactos con el mundo se acentúan. Se va abandonando la seguridad del hogar para aventurarse en nuevas experiencias. La infancia se deja atrás y sobreviene una crisis de identidad. El adolescente debe descubrir quién es y encontrar su lugar en el mundo.
La vida social aumenta considerablemente, así como la independencia respecto a los padres. Llegan las primeras grandes decisiones, sobre todo en lo que respecta al mundo académico. El individuo construye los cimientos de su futura vida adulta.
Segunda fase:
De los 21 a los 28
Al fin se alcanzan los primeros años de la vida adulta. El cuerpo está completamente formado, la persona cuenta con una personalidad definida y está lista para enfrentarse a los retos de la vida adulta. Es una etapa donde se desarrolla la sensibilidad, el autodominio y la autoafirmación. La formación académica concluye y se accede al mercado laboral. La madurez sexual también se alcanza y llegan las primeras relaciones de pareja. Los límites aparecen en forma de responsabilidades de todo tipo. También surgen dudas, en especial sobre la idoneidad de los estudios y del trabajo.
De los 28 a los 35
El cuerpo alcanza su máximo desarrollo. La estabilidad llega a la vida del individuo tanto en lo laboral como lo emocional. Se encuentra en plenitud de fuerzas y la mente se mantiene tan aguda como preparada para afrontar cualquier reto. Quizás surjan dudas sobre si se está siguiendo el camino correcto, pero no suelen tener mayor transcendencia. Es un septenio lleno de actividad. Aún hay muchos retos por delante.
De los 35 a los 42
La plenitud empieza a quedarse atrás y comienza un lento descenso. No obstante, esto no marca un final. Los conocimientos atesorados y la experiencia vital juegan un papel importante. El individuo es capaz de hacer frente a mayores retos, es fuente de conocimiento para los más jóvenes y la estabilidad vital es sólida. Si bien aparecen dudas existenciales, el vigor continúa.
Tercera fase:
De los 42 en adelante
Llega el momento de cuidarse, de prestar atención a uno mismo y bajar el pistón. Pueden sobrevenir crisis existenciales, dudas, preguntas, pero cuando se alcanza la vejez, las dudas se van disipando y se alcanza una cierta paz interior. No obstante, es importante mantener la mente y el cuerpo activos en todo momento. Llega el momento de ir alejándonos del mundo externo para profundizar en nuestro mundo interior.
La Teoría de los Septenios ofrece una nueva visión de la evolución del ser humano. Entiende la vida como una constante sucesión de cambios que afectan tanto al cuerpo como a la mente y el espíritu. Ser conscientes de estos cambios es indispensable para conocerse mejor, aceptarse y quererse.
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